La última entrega de los Premios Eter puso en escena no sólo el reconocimiento a aquellos programas, comunicadores y radios muy conocidos, considerados los mejores por el público, los especialistas o los colegas, sino también a una cantidad de emprendimientos gestados por fuera de lo masivo, pero cuyos alcances son destacados.
Uno de ellos fue el de las Radios Escolares, que llevan adelante desde hace un par de años el Ministerio de Educación de la Nación y la AFSCA, y que está dando voz, con frecuencias y equipos propios, además de previa capacitación, a chicos de escuelas secundarias de todo el país.
Eduardo Aliverti, al entregar la distinción a este proyecto, lo definió como “una de las realizaciones más acabadas del espíritu de la nueva ley de medios de la democracia”. Y el relato concreto de las experiencias, llevadas adelante en zonas consideradas prioritarias, parece confirmar su apreciación.
Desde febrero, por ejemplo, funciona la Radio Topak (“Nuestra voz”), de la escuela bilingüe de Wichí-El Pintado, en El Impenetrable chaqueño. En este paraje no hay señal de teléfono –“sólo llegan mensajes, y a veces”–, y el colectivo a la ciudad más cercana, Castelli, tiene frecuencia semanal. Los chicos se quedan “albergados” en la escuela cada quince días, en diferentes grupos, porque sus casas pueden quedar a 15 o 20 kilómetros de distancia, monte adentro.
Marilin Moreyra, que es profesora en Letras pero prefiere presentarse como “una apasionada de la educación popular”, describe con entusiasmo los resultados del proyecto: “Tener aquí una radio en wichí fue una verdadera revolución. No sólo para los pibes y para la escuela, revalorizada como institución, sino también para la propia comunidad, que empezó a escuchar radio en su lengua”.
“Nos decían: ¿y quién va a querer escuchar una radio en wichí, para qué sirve una radio en un paraje? –sigue Moreyra, que está a cargo de todos los centros de actividades juveniles de los que dependen estas radios en el Chaco–. Mostramos que para un montón de cosas: promover la lengua y la cultura, acercar a los chicos con los ancianos, que están reenganchados con la radio, brindar un servicio social, como herramienta de enseñanza, y sobre todo para que los chicos puedan sentirse parte importante de su comunidad, con su voz. Para que sepan que su escuela es una escuela como cualquier otra: la propia, la más linda”.
Mirta Aranda, directora de la escuela –también wichí–, destaca que la radio fue más que una herramienta de aprendizaje: permitió también aumentar la matrícula, disminuir la deserción escolar. Gerardo, uno de los cerca de 30 jóvenes que participan de la radio, contó: “Cuando tuve que hablar por micrófono por primera vez, temblaba, no sabía cómo empezar ni qué decir. Ahora me acostumbré a hablar al aire, a leer las cartas que nos mandan y a comentar las cosas de nuestra escuela. Mi consejo para mis amigos es que vengan a la radio a sacarse la timidez”.
El secretario de Educación, Jaime Perczyk, define los dos aspectos que su cartera considera centrales de este proyecto: “Somos parte de un gobierno que cree que los pibes tienen que tener voz y ser escuchados y para eso se necesitan canales de participación. Y si pensamos cómo hacer una mejor escuela, estas radios permiten que los estudiantes tengan proyectos colectivos, que puedan producir, comunicarse oralmente, hacer guiones, usar nuevas tecnologías. Algunos se los llevarán como una experiencia educativa; otros pueden encontrar una vocación, por eso estas radios son importantes sobre todo en los sectores populares. Acá aparece el Estado abriendo un horizonte”.
El proyecto contempla un trabajo paralelo de capacitación, y este jueves y viernes se reunirán en el ECuNHi, de Madres de Plaza de Mayo, alumnos y docentes de todo el país que llevan adelante estas radios, para poner en común sus producciones y seguir capacitándose. Perczyk destaca el caso de una escuela de San Miguel de Tucumán que era conocida como la escuela del paco, y pasó a ser la escuela de la radio. La radio más reciente fue inaugurada en Lagunillas del Faraón, Jujuy, en la frontera con Bolivia y Chile. La más austral está en Tolhuin, Tierra del Fuego. Hay 30 emisoras al aire, 43 en proceso de instalación y montaje de torres y otras 47 en preparación. El proyecto contempla alcanzar las 500 radios, que no aceptarán el neutro. Sonarán con tono, acento y lengua propios.
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