Muchas de las fotos de este blog son de Ramiro Sisco con la comunidad Pilagá, en Las Lomitas, provincia de Formosa, Argentina.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Moreno: Una Pueblada Gandhiana




En Moreno está pasando algo raro. Algo poco frecuente: una pueblada. Pero no es cualquier pueblada. Es una pueblada gandhiana. Y no hay un solo Gandhi. El Gandhi que dirige la pueblada de Moreno es colectivo. Son las docentes y los docentes del distrito.

En la historia argentina las puebladas son rebeliones colectivas. Suceden cuando un hecho impactante se monta sobre un mar de descontento previo. En 1972, en Mendoza, fue el tarifazo de la luz lo que unió a comerciantes, gremios docentes y la CGT local. A veces un crimen genera una pueblada, sobre todo si el Estado mira de reojo y no actúa. Pasó en enero de 1990 en Tres Arroyos, cuando el pueblo incendió 16 autos y tomó la municipalidad porque la policía no buscó a tiempo a Naír Mustafá, una chiquita de 9 años que al final apareció muerta.

La pueblada de Moreno, un distrito de 600 mil habitantes ubicado 36 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires, comenzó el 2 de agosto, con una explosión de gas en la escuela 49. Mató de mañana muy temprano a la vicedirectora Sandra Calamano y a un auxiliar técnico, el carpintero Rubén Rodríguez. Los dos habían ido antes de su horario de trabajo para asegurar el desayuno de los más de 400 chicos y chicas de la escuela.

El Consejo Escolar, un organismo que en la provincia de Buenos Aires ejecuta funciones de infraestructura ordenadas por el Gobierno, estaba intervenido. El interventor Sebastián Nasif había sido designado por el director de Educación y Cultura de la administración bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny. En una acta-acuerdo firmada por Sánchez Zinny, por su interventor y por el intendente de Moreno Walter Festa, quedaba bajo responsabilidad del interventor nada menos que el gas. El gas que terminaría matando a Sandra y a Rubén.

Primera característica de la pueblada: el gremio mayor, el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, Suteba, no planificó pueblada alguna. En ese sentido podría decirse que el movimiento fue organizado y a la vez de crecimiento natural.

Segunda característica: el Suteba desde un primer momento amplió el asunto hacia afuera del universo de sus representados. Quizás por eso terminó siendo pueblada.

Tercera: las madres y los padres con alumnos en los 270 centros educativos se involucraron personalmente. Entendieron lo que pasaba, vieron el miedo en la cara de los docentes y compartieron ese miedo. Todos se estaban dando cuenta de que las escuelas, ese lugar de abrigo, se habían convertido en un sitio peligroso. Si el estallido de la 49 hubiera ocurrido una hora después, habría sido incalculable la cantidad de víctimas por la explosión.

Cuarta característica de la pueblada: el Suteba, con su secretaria general Mariana Cattáneo a la cabeza, permitió que otras organizaciones fueran participando de las marchas y del acampe frente a la sede del Consejo Escolar y en todo momento controló los métodos de protesta. En Moreno no hubo una piedra arrojada al aire. Ninguna provocación salió jamás de los manifestantes. El autocontrol resultó tan fuerte como la masividad de las marchas, las concentraciones y los festivales organizados para mantener el ánimo y conseguir comida.

Quinta: en un hecho inédito, los directores y directoras, un nivel clave de la enseñanza que está a tiro de sumario de la administración provincial, se autoconvocaron. No formaron un gremio propio. Lo hicieron de hecho. Y lo mantuvieron. Quieren soluciones para las escuelas.

Sexta característica: el gobierno de María Eugenia Vidal o despreció a los docentes, al no llamarlos ni siquiera después de las dos muertes, o se burló de ellos. Ejemplo de lo segundo es la actitud de Sánchez Zinny cuando se apareció dos veces en instituciones educativas sin darse a conocer. La primera vez fue de incógnito a la mismísima escuela 49, donde lo reconoció el maestro Hernán Pustilnik, y la segunda a un congreso de pedagogía en el partido de Almirante Brown. Pustilnik es el mismo docente que constató durante una reunión paritaria en La Plata que las autoridades ni preguntaron por sus amigos muertos ni amagaron con expresar sus condolencias. Incluso entró a esa reunión luego de que, después de ser rechazado, debió ser admitido porque el secretario de Suteba Roberto Baradel emplazó al equipo de Sánchez Zinny: “O entra él como mi asesor o no hay reunión”.

Séptima: ni el gremio docente, ni la comunidad ni los directores autoconvocados se pegotearon con el intendente Walter Festa, un camporista a quien Vidal se obstina en convertir en contrincante como si el blanco no hubieran sido los docentes.

Octava característica: el apoyo de la comunidad es cada vez más amplio. El miércoles último se acercaron a los docentes también los empresarios de la unión local de Moreno.

Novena: docentes, madres y padres mantuvieron un sistema de alimentación para los chicos, básicamente con ollas, mientras seguían dándoles conocimientos para que la desidia oficial no les arruinara el año.

En medio de este tablero fue que una fuerza definida por Mariana Cattáneo como “grupo de tareas” (ver más información en la página 9) hizo pintadas reclamando de modo amenazante que los docentes volvieran a trabajar en las escuelas-bomba. El corolario fue el secuestro de la maestra Corina de Bonis, a quien le grabaron con un punzón “Olla no”. Como hicieron los nazis con la estudiante judía Graciela Sirota cuando en 1962 le grabaron una svástica en el pecho.

PáginaI12 buscó saber si existe un plan detrás de la pueblada. La conclusión es que sus protagonistas ni siquiera llaman de ese modo, ni de ningún otro, a lo que hacen todos los días. Que tampoco lo hacen creyendo que así van a precipitar la salida adelantada de Vidal o del propio Mauricio Macri. Que se sienten ninguneados y no escuchados. Y que esperan un resultado concreto tras las declaraciones de Vidal sobre que el ataque a Corina De Bonis marcaba un límite.

Este diario no tiene información propia sobre quién torturó a Corina. Pero es público que ni Vidal ni Sánchez Zinny ni Macri se hacen cargo de la catástrofe escolar de Moreno y de otros distritos.

¿Será que la pueblada molesta? ¿Será que molesta más todavía cuando es pacífica y ni siquiera fue planificada? La situación en Moreno recuerda los versos de Alfredo Zitarrosa en sus “Diez décimas de saludo al público argentino”. Dice una estrofa: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo la historia./ No lo seduce la gloria/ ni se imagina el futuro./ Marcha con paso seguro,/ calculando cada paso/ y lo que parece atraso/ suele transformarse pronto/ en cosas que para el tonto/ son causa de su fracaso”.

Hay gente dispuesta a inyectar miedo en la lucha autocontrolada de Moreno. Gente a la que seguro no le gusta Zitarrosa. Ni Gandhi, el líder de la desobediencia civil no violenta contra el imperio británico asesinado hace 70 años.








lunes, 10 de septiembre de 2018

ODIO x aquí, ODIO x allá





Uno de los dramas que vive la Argentina es el odio instalado. Ese que sienten, sobre todo, las burguesías tanto de Capital como de provincias; las clases medias y medias bajas con aspiraciones de ascenso social; y sin dudas la oligarquía y obviamente los contentos. Quizás haya más, pero básicamente estos núcleos componen el voto macrista y comparten la esperanza de que el actual gobierno se mantenga y repita.

Podría ser no cuestionable el odio en sí. Que lo sufra quien lo sienta. Pero lo preocupante y doloroso en la Argentina de hoy es el odio social extremo, irracional, absoluto, inducido con malevolencia. Odio injustificado, desde ya, y absurdo, porque a los odiadores no se les ha hecho daño. No se los afectó en bienes o derechos. Al contrario, de 2003 en adelante la vida les fue y es propicia, y para muchos fenomenal en lo que va del milenio: ganaron dinero, ascendieron socialmente, viajaron, se beneficiaron con casi todas las leyes y decisiones del gobierno anterior.

Y sin embargo odian. Y a su manera también sufren, porque no ha de ser grato vivir odiando, puesto que el odio, como ya se dijo en esta columna, es un sentimiento inferior. Una enfermedad. Les inocularon el odio, y ahora parece que no saben qué hacer con tanto odio extraño, que se diría que es un odio neogorila, como un resentimiento contra natura.

Así, constituye una paradoja extraordinaria que millones de compatriotas que podrían sentirse justificadamente resentidos, en general no lo están y no odian. Habrá más de uno que sí, desde ya, pero en general los pobres, los marginados, los afectados por tanta bestialidad oficialista, no odian. Están con bronca, eso sí, y mucha, porque no es grato ni sencillo bancar tanto atropello. Pero no odian.

Es realmente curioso que los que odian son los ricos. Que son además los que niegan este sentimiento. Yo no odio, te dicen, pero ni ellos se lo creen. Quizás temen que se les acabe la fiesta. Que se va a acabar, sin dudas, más temprano que tarde. Entonces niegan.

Tod@s vemos la realidad espantosa y cruel que vive la Argentina. Ell@s también. Y acaso odian más por eso mismo.

Oligarcas, ricos y contentos están resentidos y tienen miedo. Saben que el pobrerío es inextinguible pero apuestan a eliminarlo. Raro, pero es lo que hacen. Que se mueran, dicen. Son negros, indios, vagos, lacras, que se mueran todos, dicen. Acabemos con el peronismo, los cabezas, los grasas militantes, los choripaneros, los sucios y feos. Y lo desean en serio, aunque no lo pronuncien. Aunque algunos sí, cuando el odio los desborda. El desprecio del odiador no tiene límites.

Pero la mayoría de ellos niega, mira para otro lado. La herencia recibida, dicen. Se robaron todo. Y aceptan cada invento de los mentimedios y la “justicita” oficial: Nisman, López, las fortunas ocultas de CFK, las fotocopias de cuadernos que nadie vio y demás fantasías que se urden en Comodoro PRO. Y ni se diga las mentiras y tropiezos lingüísticos de un Presidente que en general no sabe lo que dice. Le creen todo, incluso que lo peor ya pasó.

Y es claro que es paradojal y asombroso: gente rica enferma de odio porque “los pobres no los dejan vivir tranquilos”. Hasta parecería chistoso.

¿Será que no ven la realidad? ¿Que no la quieren ver? No. No es eso. Cierto que algunos, muchos, no ven nada, están ciegos. Pero otros, quizás la mayoría, sí ven lo que sucede. Pero la cuestión con oligarcas, ricos, gorilas y contentos no es que vean o no la realidad social; es que no les importa. Y el sufrimiento ajeno, a algunos contentos, hasta les causa placer. Hay gente así. Convivimos con ellos.

Por supuesto que no son tod@s iguales. Hay quienes se dan cuenta, incluso quienes sienten culpa. Hay también los que reaccionan y cambian sus pareceres. Son los mejores, los recuperables porque les queda sensibilidad. Y un patriotismo chiquito, también.

El problema verdadero es que oligarcas hay pocos y casi no circulan. Lo que más se ve son caricaturas, especuladores, gerenteo engreído, arribistas puntaesteños, tilingaje de mayoreo y menudeo. Pero son muchos, y reconocerlo es imperioso. Un 30 por ciento bastante macizo que aparece en todas las encuestas, casi sin fisuras y electoralmente sustantivo. Mientras que el campo nacional y popular es un territorio amplísimo pero con exceso de alambrados separadores. Y con un rey muerto, una dama que no se decide al jaque mate y demasiadas torres y alfiles con ambiciones dispersas, algunas de ellas sospechosas, y pocos peones sobre el damero.

Entonces se entiende que el Gobierno goce de impunidad. Aun flaco y cascoteado, sigue su obra destructora sin inmutarse. Vean las caras de Caputo, Dujovne, Peña Braun, Vidal, Larreta, Quintana y cuantimás. Seguro que los va a despeinar la Historia, pero no, por ahora, los vendavales. Entonces y por eso siguen adelante con la tarea que se, y les, impusieron: endeudar al país hasta fundirlo, liquidar todas las legislaciones laborales y sociales, entregar los grandes recursos (agua, petróleo, litio, oro y plata), restaurar y fortalecer el latifundismo transnacional en nuestro territorio, abandonar la Antártida y el Atlántico Sur, Malvinas incluidas, asentar tropas imperiales en nuestro territorio apuntando hacia adentro y hacia Bolivia, reorganizar un aparato represivo capaz de cualquier ferocidad y con todo eso, finalmente, liquidar el monstruo más temido durante 70 años: el peronismo.

La vieja frase “sólo el pueblo salvará al pueblo” tiene vigencia, y más que nunca. Sin odio, pero con huevos y ovarios y con organización (que es perfectamente posible), un día de estos con una conducción blindada en los principios, la honradez y el amor a la Patria los vamos a desplazar para la gran tarea restauradora. Por nosotr@s y las generaciones venideras, recuperaremos el poder ahora en manos del malandraje odiador, por la vía magnífica y siempre imbatible del pueblo argentino: el voto popular, en papel y contado uno por uno. Ésa es la tarea.







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