La historia empezó hace algunos meses. Verónica Fiorito, directora de Paka Paka, la señal infantil del Ministerio de Educación, nos traza su genealogía en medio de las voces de los chicos y el viento que surca la feria.
“Arrancamos con el proyecto el 1º de junio”, recuerda. “La idea surge porque al reabrir Tecnópolis, el Ministerio tiene que armar su stand y lo que queríamos era poder trabajar ahí el concepto de “patria” pero dividido en edades. Entonces se armó, por un lado, el multiespacio “Patria” donde está Conectar Igualdad y se trabaja con el nivel medio. Y por el otro, esto, algo para los más chicos, que era un lugar que a Tecnópolis le faltaba”.
“Esto” es La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia, el nombre completo de este parque temático de 10 mil metros cuadrados (el espacio más grande de todo Tecnópolis) que le permite a los más chicos realizar un recorrido imaginario por los albores de la patria en versión animada. Su “prócer” no es otro que el enorme José Zamba, protagonista principal de la serie “La asombrosa excursión de Zamba”, uno de los greatest hits de la pantalla de Pakapaka. Nacido en Clorinda, provincia de Formosa, Zamba es un inquieto y curioso alumno que le da una vuelta de rosca más a las típicas excursiones del colegio y, chipá en mano, viaja por el tiempo para recorrer distintos acontecimientos clave de la historia argentina. Acompañado ya sea de su amiga Niña o de los propios Belgrano o San Martín, y con la sombra terrible del malvado Capitán Realista asomando en el cielo, las asombrosas excursiones suelen llevar a Zamba a lugares y momentos tan disímiles y fundamentales como la Revolución de Mayo, el Congreso de Tucumán o las Islas Malvinas. Momentos disímiles y fundamentales pero también clásicos que Zamba, sin embargo, logra recuperar con frescura y que el parque intenta reproducir en la magnánima escala de Tecnópolis.
San Martín te espera
Como todo parque temático que se precie de tal, La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia tiene un plano. El recorrido comienza con un gran tobogán inflable que hace las veces de máquina del tiempo y que deposita a los chicos frente a la primera posta de la excursión: la Revolución de Mayo de 1810. “La pregunta que nos hacíamos era cómo hacer del espacio un lugar animado”, confiesa Fiorito. “Si bien Zamba tiene un montón de características y como trasfondo está la historia argentina, el parque no podía no ser animado. No podía pasar que vos entres acá y hubiera, por decir algo, un Cabildo “real”. No podría haber estado porque en Zamba no existe el Cabildo real, existe el Cabildo propio, un Cabildo que es una máquina del tiempo. Entonces desde ahí, con el trabajo de arte muy bueno que hizo toda la gente de la productora El Perro en la Luna y Carina Luján, que es la realizadora, empezamos a pensar qué materiales servían para tener todo en tan poco tiempo y que sea fiel al dibujito”.
Creatividad y Estado parecía ser la consigna: en sólo cinco semanas, esas hectáreas que hasta entonces eran un baldío, se transformaron, a fuerza de trabajo creativo pero también de gestión y urgencias, en una reproducción exacta de la Argentina versión Zamba. Inclusive la inmensa reproducción de Belgrano que corona el laberinto circular de la segunda etapa del recorrido -y que conmemora la creación de la Bandera en 1812- es un Belgrano a lo Zamba: fino, caballeroso y animado. “Los pibes reconocen a los personajes y a la historia a través de Zamba”, apunta Fiorito.
“El otro día le preguntaban a una nena de tres años ‘¿Vos sabés quién es San Martín?’ ‘Sí, el amigo de Zamba’, respondió. Una nena de tres años conocía a San Martín por Zamba. Esas son las cosas geniales que pasan acá”.
Esto es historia
Al igual que la serie animada y otras propuestas de Paka Paka, el parque de Zamba en Tecnópolis también se acompaña de materiales pedagógicos especiales para que los docentes trabajen en el aula. “La idea es que el docente venga sabiendo de antemano lo que va a ver en el parque”, explica Fiorito.
“Cuando se traen escuelas a Tecnópolis, lo más difícil es decidir cuál es el recorrido, porque tienen un día y no les alcanza para visitar ni un cuarto. Entonces la idea es que el docente trabaje antes con los chicos y vengan y quizás hagan solamente el recorrido visual.
Nosotros calculamos por lo menos una hora y media de recorrido sólo de Zamba”, señala.
El trayecto, una vez que se completa el laberinto de la Bandera, continúa con una calesita que evoca la Batalla de San Lorenzo, una serie de camas elásticas colocadas dentro de una representación zambista de la Casa de Tucumán y un mucho menos tortuoso Cruce de los Andes, realizado en base a una pasarela rodeada por dos elevaciones que será escenario de una actividad especial el próximo 17 de agosto. A la salida de cada hito, uno de los 30 coordinadores que cubren su turno en el parque le entrega a cada chico un sticker alegórico. La cantidad de adhesivos que muestran orgullosos como si fueran medallas, revela que algunos crearon la bandera o celebraron el bautismo de fuego de los Granaderos a caballo más de una vez. “En dos semanas ya pasaron 200.000 chicos”, apunta Fiorito. “De acá a noviembre calculamos que van a pasar un millón de personas”.
El futuro del pasado
Después de cabalgar por Yapeyú, sufrir los engaños del Capitán Realista o sentarse en el microcine del Cabildo a ver fragmentos de la serie, es decir, después de sumergirse en la “Historia de la Independencia según Zamba” a través de los dibujos, los juegos y las canciones originales que suenan a cargo de artistas como León Gieco, Los Auténticos Decadentes, Teresa Parodi o Horacio Fontova, la asombrosa excursión culmina en la Plaza de la Libertad, un espacio donde los chicos tienen la posibilidad de sacarse fotos con caricaturas de distintos personajes políticos del siglo XIX y XX, a modo de memorial. Rosas, Sarmiento, Yrigoyen, Bolívar, Perón, Artigas, Kirchner, Alfonsín y Evita, son algunos de los homenajeados, dispuestos en el lugar junto a personajes de la serie como Niña, la Señorita Silvia o el Niño que lo Sabe Todo.
Todo es historia y todos son personajes vivos en la historia argentina de Zamba. Y ese momento, con los chicos cargados de stickers, con petisos colgados de la caricatura de Alfonsín, haciendo cola para ser los próximos en sacarse una foto con el prócer, parece el sueño imposible de un educador abnegado.
“Los chicos vienen y piden cosas. ¿Dónde está Sarmiento?, te preguntan. O los escuchás diciéndole a la madre: ‘Mirá, mamá, ese es Cornelio Saavedra’” El otro día una madre nos escribió un mail diciendo que su hijo Fidel cumplía años el 24 y quería festejarlo haciendo “La asombrosa excursión de Zamba en el cumpleaños de Fidel” y que fueran de invitados San Martín, Belgrano y Niña. Los pibes se apropiaron de los próceres”, dice Fiorito y agrega algo que te repiten todos los que laburan en esa inmensidad imposible de la feria: “Tecnópolis tiene una impronta genial y que hace que la gente sepa que vos podés ir, no te va a dejar afuera, que es gratuito. Todo eso hace que llegue gente que de otra manera no llegaría. Padres que por ahí no salen con sus hijos porque no saben adónde llevarlos o no tienen lugares donde pasar el día y los traen acá. Y eso es otra cosa que tiene Tecnópolis: la gente está contenta. Más allá de todo lo que pensamos, de lo que se pudo hacer o de lo que planificamos, vos estás acá y te das cuenta que la gente está contenta”.
Es probable que ni con la ayuda de Zamba se pueda saber exactamente, hoy, qué lugar de la historia le espera a un acontecimiento como éste. Se puede aventurar, sí, porque para eso estamos. El azar y la distribución del terreno, por lo demás, quiso que La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia quedara al lado de la espectacular muestra de los dinosaurios. Uno sale del nacimiento de una nación y se queda un rato ahí, hipnotizado, contemplando los movimientos de esos animales extinguidos. La historia es también la arquelogía de lo que queda atrás y lo que se va a levantar mañana sobre lo que hoy es tierra baldía.
Tecnópolis volvió y hasta noviembre hay tiempo de sobra para recorrerlo.
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