La magia del futbol hace que 40 millones de compatriotas nos pongamos del mismo lado, y gritemos al unísono el gol de Di María frente a Suiza.
Pero la magia no dura para siempre, apenas unos instantes, para luego volver a la dura realidad, donde algunos disfrutan con el sufrimiento de las grandes mayorías, y como el piloto de un bombardero, ignoran que sus acciones causan dolor y muerte a millones de inocentes allá abajo. La democracia del siglo xxi está secuestrada por el poder económico financiero mediático. La oligarquía no es una palabra pasada de moda. La democracia así no sirve, es una fantochada. Los especuladores se enriquecen sin trabajar, la deuda externa nos amordaza y comprime el corazón y no nos deja respirar, los dólares van y vienen, las acciones, los mercados, los fondos buitres, los jueces, los periodistas, los opositores, los carroñeros, los cipayos...
Los pibes y pibas que no nacieron todavía están condenados a la miseria aun antes de ser concebidos por sus desposeídos progenitores...
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