Me dejó un mensaje una amiga enojada, no, aterrada. Me cuenta que su hija de siete años fue al cumpleaños de una compañera donde después de jugar un rato, separaron a nenes de nenas. A los varones los pusieron a jugar al fútbol y a las nenas… las llevaron a una sala de “spa”. Les pusieron cremas, las maquillaron y les dieron ropa para disfrazarse de adultas. Luego, las chicas fueron llevadas para desfilarles a los varones que habían terminado de jugar a la pelota. Caminaban de un lado a otro con música de fondo que la animadora subía y bajaba a pura palma. Ellos las aplaudían o abucheaban según el caso.
La hija de mi amiga llegó a su casa maquillada y feliz: la habían aplaudido. Le contó a su mamá cómo fue la tarde. Le dijo que había sido el mejor cumpleaños de todos. Mi amiga juntó calma como una gladiadora zen (admirable), le preguntó qué pasaba si algún varón quería disfrazarse, por ejemplo, y la hija le contó que la animadora proponía eso cuando un varón hacía lío: “Si no te sentás, te ponemos el vestido de Frozen…”.
La práctica de spa para nenas y fútbol para varones ya la había escuchado, la ofrecen muchos salones de fiestas infantiles, está de moda. En Recoleta, en Flores, en La Plata y en Córdoba. Pero no conocía el nivel de detalles con el que los salones, animadores y padres marcan normativamente a sus pequeños invitados.
Mi amiga me cuenta que se juntó con otra madre y que quieren organizar una reunión de padres (porque “reunión de familias” nadie dice) en su escuela estatal del barrio de Caballito para hablar sobre este tema. Porque no es el primer cumpleaños donde los juegos reproducen y refuerzan prácticas de desigualdad que afectan a las biografías de niños y niñas y de aquellos que no se sienten incluidos en el binarismo. Me pide libros y videos para reformar su exposición.
Es entonces que pienso en la importancia de volver una y otra vez a hablar de la Ley de Educación Sexual Integral, la madre de todas las luchas. Para que la educación sexual sea parte de la currícula cotidiana de los chicos y chicas y no una ley semi olvidada por un Ministerio de Educación de la Nación que desfinanció al programa encargado de aplicarla. Que no forma docentes y que no compra materiales para las escuelas. Volver, una y otra vez, a la importancia de hablar de la querida ESI para problematizar y terminar con estas prácticas que imponen gustos y juegos según el sexo biológico, que legitiman la cosificación de la mujer y proponen un vestido a los varones como escarnio público.
En octubre se cumplen 12 años de la Ley ESI (PROGRAMA NACIONAL DE EDUCACION SEXUAL INTEGRAL, Ley 26.150), no dejemos de exigir su cumplimiento en todo el territorio nacional, en todos los niveles de enseñanza en todos los establecimientos educativos.
Sin ESI no hay #NiUnaMenos.
Cumpleaños infantiles y patriarcado: Un matrimonio difícil de disolver
Gabriela Larralde
Escritora e investigadora, autora del libro Una poética del género. Guía de lecturas para abordar la Ley de Educación Sexual Integral, que saldrá en agosto por Paidós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario