“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”, decía hace dos siglos el científico Benjamín Franklin...
- La increíble lluvia negra
Gustavo Gruñetas nunca esta contento con nada. Tenía muchos amigos y unos papás que le querían con locura, pero él sólo se fijaba en lo que no tenía o lo que estaba mal. Si le regalaban un coche, era demasiado grande o demasiado lento; si vistaba el zoo, volvía triste porque no le habían dejado dar de comer a los leones, y si jugaba al fútbol con sus amigos, protestaba porque eran muchos para un solo balón...
Pero Gustavo no contaba con Jocosilla, la nube bromista. Un día que paseaba por allí cerca, la nube escuchó las protestas de Gustavo, y corrió a verle. Y según llegó y se puso sobre su cabeza, comenzó a descargar una espesa lluvia negra. Era su broma favorita para los niños gruñones.
A Gustavo aquello no le gustó nada, y protestó aún mucho más. Y se enfadó incluso más cuando vio que daba igual a dónde fuera, porque la nube y su lluvia negra le perseguían. Y así estuvo casi una semana, sin poder escapar de la nube, y cada vez más enfadado.
Gustavo tenía una amiguita, una niña alegre y bondadosa llamada Alegrita, que fue la única que quiso acompañarle aquellos días, porque los demás se apartaban por miedo a mojarse y acabar totalmente negros. Y un día que Gustavo estaba ya cansado de la nube, le dijo:
- ¿Por qué no te animas? Deberías darte cuenta de que eres el único niño que tiene una nube para él, ¡y encima llueve agua negra! Podríamos jugar a hacer cosas divertidas con la nube, ¿no te parece?
Como Alegrita era su única compañía, y no quería que se fuera, Gustavo aceptó de muy mala gana. Alegrita le llevó hasta la piscina, y allí le dejó hasta que toda el agua se volvió negra. Entonces fueron a buscar otros niños, y aprovechando que con el agua negra no se veía nada ¡estuvieron jugando al escondite! Aún a regañadientes, Gustavo tuvo que reconocer que había sido muy divertido, pero más divertido aún fue jugar a mojar gatos: Gustavo corría junto a ellos, y en cuanto sentían el agua, daban unos saltos increíbles y huían de allí a todo correr haciendo gestos divertidísimos.
En muy poco tiempo, todos los niños del pueblo estaban con Gustavo proponiendo e inventando nuevos juegos para la nube. Y por primera vez, Gustavo empezó a ver el lado bueno de las cosas, incluso de las que al principio parecían del todo malas.
Entonces la nube Jocosilla pensó en despedirse e ir con otros niños, pero antes de abandonar a Gustavo, le regaló dos días enteros de lluvias de colores, con las que inventaros los juegos más brillantes y divertidos. Y cuando desapareció, Gustavo ya no protestó; esta vez sabía fijarse en las cosas buenas, y se alegró mucho porque por fin estaba seco y podía volver a jugar a muchas cosas.
LAS EMOCIONES POSITIVAS AYUDAN A PREVENIR LA APARICIÓN DE DETERMINADAS ENFERMEDADES
Hoy, con cientos de estudios publicados respecto a la felicidad, cabe asegurar que no sólo es la gran meta que persigue en su vida todo ser humano, sino un indicador inequívoco de la salud del individuo.
Según afirma Carmelo Vázquez, Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, "sabemos que las personas felices y dichosas viven más años. Hay datos muy claros que empiezan a demostrar ya no sólo que la infelicidad o la depresión acortan los años y la calidad de vida, sino que el optimismo y la alegría tienen el efecto contrario".
Recientes investigaciones apuntan a que las emociones positivas pueden ser potenciadas y ayudan a prevenir la aparición de determinadas enfermedades. No sólo el amor, el humor y la inspiración creativa producen bienestar, sino también el optimismo, la empatía, el altruismo, la ética en el trabajo y el esfuerzo de superación personal.
Se aprende a ser feliz
En opinión de Vázquez, existen claves muy relevantes para aprender a ser feliz. "Sabemos que nadie nace desdichado. De modo que si se aprende a ser infeliz, también se puede aprender a ser más dichoso. Las relaciones íntimas y plenas con otras personas son una de las claves más importantes, pues al fin y al cabo somos animales sociales".
La felicidad es un estado emocional en el que confluyen tanto factores voluntarios como involuntarios; no es una respuesta automática como el parpadeo. Sentirnos bien con nosotros mismos y el entorno que nos rodea nos permite mantener o incluso obtener salud.
Las nuevas corrientes de la psicología moderna y las estadísticas más fiables advierten que la felicidad no depende sólo de factores externos. Así, la gran mayoría de las personas, o al menos aquellas cuyas necesidades vitales están cubiertas, afirman sentirse bastante o muy satisfechas con sus vidas, con independencia de sus ingresos económicos. Y lo mismo ocurre con otros factores como la educación, el clima, el aspecto físico o el sexo de la persona, que resultan irrelevantes. En cambio, tener una actitud positiva y una vida social intensa sí tiene relación, además de favorecer nuestra salud.
El optimismo beneficia nuestro corazón
Lejos de tratarse de una consideración subjetiva, cada vez son más las evidencias científicas que asocian felicidad con salud. Y los últimos estudios revelan que un estado mental positivo ayuda a prevenir determinadas enfermedades cardiovasculares, oncológicas y psicológicas.
Son numerosos los trabajos científicos que en las últimas décadas han aportado datos y evidencias de que la felicidad (medida con diversas escalas de auto evaluación) se asocia a una menor incidencia de diversas enfermedades y, en caso de que éstas aparezcan, con una mejor y más rápida recuperación. Un estado emocional positivo se asocia a un sistema inmunológico más potente (más defensas), una mejor capacidad de responder a situaciones estresantes y recuperarse de ellas, así como a una menor predisposición a sufrir trastornos psicopatológicos, como la depresión y la ansiedad.
"La felicidad participa en el adecuado funcionamiento de los sistemas inmunológico, endocrino y nervioso. Existe fundamento científico gracias a los trabajos publicados en revistas de reconocido prestigio internacional que han presentado resultados concluyentes", asegura la Dra. Ana Adan, Profesora Titular del Área de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona.
Un estado emocional positivo refuerza nuestras defensas, mientras que los estados afectivos negativos tienen efectos perjudiciales sobre el equilibrio del sistema cardiovascular y contribuyen a la aparición de situaciones de riesgo.
Prevención y disminución de riesgos
Se ha observado que "los individuos más felices presentan menor frecuencia cardiaca y presión arterial sistólica (la máxima) y menores niveles de cortisol (la hormona del estrés). Asimismo, el riesgo asociado de desarrollar angina de pecho, infartos e hipertensión se halla inversamente relacionado con un estado emocional positivo", añade la Dra. Ana Adan.
Además, las emociones positivas y el optimismo benefician a las personas que se les ha diagnosticado una enfermedad cardiovascular. Así, se ha demostrado que tras una intervención quirúrgica de "bypass" arterial coronario, la recuperación física inmediata y al cabo de medio año de seguimiento es superior en los pacientes con estado afectivo positivo. También se ha observado que los pacientes ancianos ingresados en el hospital por patología cardiaca, en los que se hallan presentes más factores de riesgo y/o enfermedades concomitantes, sufren menos readmisiones hospitalarias durante los tres meses posteriores si son más felices.
Es un hecho contrastado que la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares debe tomar en consideración el estado emocional de los individuos. "El estado emocional positivo puede considerarse un factor protector y si en una persona se detecta que éste no es adecuado, ayudarlo a que lo modifique puede ser una excelente medida preventiva de salud", concluye la Dra. Adan.
Una actitud positiva fortalece nuestras “defensas”
Una actitud positiva refuerza nuestro sistema inmunológico, según determinan los últimos estudios realizados al respecto, un hecho reforzado por la opinión de los expertos, como es el caso de la Dra. Ascensión Marcos, Profesora de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que afirma que "un estado positivo es fundamental porque las funciones del organismo responden mejor ante cualquier agresión externa".
Cada vez son más las evidencias científicas que apoyan este comentario, como demuestra un estudio publicado en 2005, en la revista "Proceedings of the Nacional Academy of Sciences", que todavía sigue siendo una referencia en el análisis de los efectos de la felicidad en la salud.
Investigadores del Departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College de Londres decidieron medir la felicidad desde el punto de vista puramente biológico con el objeto de determinar su incidencia sobre salud. Esta incidencia, según los resultados del estudio, resultó ser crucial.
Los científicos hicieron el experimento con 216 voluntarios, incluyendo 116 hombres y 100 mujeres de origen europeo, todos entre 45 y 59 años de edad y sin historial de enfermedad coronaria o tratamiento de hipertensión. Les tomaron la presión arterial antes de cada medición y les realizaron pruebas de saliva para medir el cortisol (la hormona del estrés); además, les monitorizaron el ritmo cardiaco, aplicaron un test psicológico para identificar desórdenes psiquiátricos y los sometieron a pruebas controladas en laboratorio para medir el estrés en respuesta a estímulos mentales.
El estudio concluyó que el estado de ánimo positivo está relacionado con la reducción de trastornos neuroendocrinos, inflamatorios y cardiovasculares, además del fortalecimiento del sistema inmunológico.
Células y tejidos
En la medición jugó un papel importante el cortisol como indicador de salud. Esta hormona es segregada en situaciones de tensión física y emocional y su alta concentración favorece la aparición de algunas enfermedades, entre ellas la obesidad abdominal, la hipertensión, la diabetes tipo 2 y los trastornos autoinmunes. A partir de esta medición aparecieron las primeras sorpresas de la investigación: las personas con actitudes neutras o tristes presentaron el nivel de cortisol un 32% más alto que aquellos que dijeron sentirse más satisfechos o felices. Un porcentaje significativo que, según el estudio, si persiste durante meses o años podría ser un riesgo para la salud.
Para nadie es un secreto que altos niveles de cortisol son característicos de algunos estados depresivos, pero los investigadores británicos destacaron que no estar feliz provoca un efecto similar.
"La actitud positiva se canaliza en nuestro organismo a través del buen funcionamiento de las células y tejidos. Una mentalidad adecuada fortalece el sistema inmunológico. Y, al contrario, cuando hay una actitud negativa, el cortisol aumenta y es un inmunosupresor importante", añade la Dra. Marcos.
En este sentido, una dieta equilibrada y adecuada también sustenta un ánimo positivo y, en consecuencia, favorece la buena salud.
"Se podría hablar de un trinomio compuesto por alimentación-felicidad-salud. Lo conseguiremos comiendo bien, siempre y cuando se esté bien educado nutricionalmente. Ésta es la clave para comer lo adecuado y, de este modo, mantener o mejorar la salud. Cuando confluye el gusto por la comida con la ingesta de unos alimentos saludables, las endorfinas se disparan y la sensación de satisfacción aumenta".
El estrés, asociado comúnmente a las sociedades occidentales, actuaría como un medidor negativo de los marcadores de felicidad y de salud. "Hay que tener en cuenta que la insatisfacción crónica durante mucho tiempo llega incluso a poder desarrollar procesos tumorales, algo que está relacionado con un sistema inmune alterado", concluye la Dra. Ascensión Marcos.
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