¿Qué sabe usted de la Conae?
Seguramente, si hiciéramos una encuesta en la calle y preguntáramos sobre dos siglas: NASA y Conae, Usted, ¿qué contestaría?
Me atrevo a decir que más del 90 por ciento de la gente diría que sabe muy bien lo que es la NASA, pero que nunca escuchó hablar de la Conae. Sin embargo, la Conae es “nuestra” NASA. En un hecho inédito para la Argentina, la NASA poco menos que “invitó” a la Conae a que se presente con un proyecto para fabricar el satélite que llevaría a bordo –entre otros instrumentos– al Aquarius. Los norteamericanos “necesitan” que el Aquarius esté orbitando la Tierra lo antes posible para monitorear la concentración de sal en los océanos. Y no es que ellos mismos no puedan fabricar el satélite, es obvio que sí, pero la sociedad con la Argentina provee también algunos factores extras no sencillos de conseguir: más de 200 científicos entre ingenieros, astrónomos, físicos, matemáticos, especialistas en estadísticas, en computación, en desarrollo de software, técnicos de primerísima calidad. Y todos juntos en el mismo país: la Argentina.
Digo que no es fácil de conseguir porque la Conae es la única agencia espacial de toda Latinoamérica que tiene reconocimiento oficial de la NASA. Ya habíamos trabajado con ellos en planes conjuntos (como fueron los SAC-A, SAC-B y SAC-C), pero este es de una envergadura distinta.
Cuando Michael Freilich, el responsable técnico de la NASA, se paró en el podio ante la prensa ayer e hizo el reconocimiento a sus pares argentinos diciendo que la misión “no hubiera sido posible sin el trabajo de los científicos” de nuestro país, y enfatizando el trabajo de equipo conformado por una tarea multinacional con los argentinos como pares, pero con el aporte también de las agencias espaciales italiana, francesa, canadiense y brasileña... yo sentí un orgullo particular. No se trata de que la NASA “nos está haciendo un favor” y nos “invitan a la mesa donde se sientan los grandes por un ratito”. No. La Argentina, la comunidad científica argentina toda se ganó ese lugar de respeto y consideración.
El lugar del país
El satélite SAC-D (Satélite de Aplicaciones Científicas) fue diseñado, desarrollado, construido en la Argentina, por la gente del Invap y por organismos estatales. ¿Quién dijo que todo lo que es del Estado es nocivo? ¿Quién dijo que la Argentina está “alejada” del mundo? ¿De qué mundo? Todos los investigadores, científicos y técnicos que participaron en la construcción del satélite y en los instrumentos argentinos que lleva (cinco en total) lo hicieron representando a organismos estatales, universidades incluidas. No hay una sola empresa privada involucrada.
Esa sensación de “patriotismo” que nos invade cada vez que hay un campeonato mundial de fútbol o una medalla en disputa en alguno de los juegos olímpicos es perfectamente comprensible. Pero esto que está a punto de pasar es ciertamente del mismo tenor y por supuesto de mayor impacto como beneficio para las sociedades, para la humanidad toda.
En Córdoba, cerca de Alta Gracia, en donde está ubicado el centro Falda del Carmen, se recibirán los datos que genere el satélite. Este es otro episodio no menor. La Argentina será la que centralizará “toda” la información, que después distribuirá a todos los interesados. Y cuando digo “todos”, hablo incluso del público en general, porque la mayoría de los datos estarán disponibles para revisar por Internet.
Es un momento de júbilo y reconocimiento para todo el sistema científico argentino. Tendrá que pasar algún tiempo para poder entender el espesor que tiene este episodio. Más allá de los datos técnicos que recogerá (1), el orgullo se centra en el logro de lo producido y el reconocimiento internacional que generó.
La Argentina no sólo fue invitada a la mesa de los grandes para cenar, sino que desde ahora se ganó un lugar para siempre. De eso se trata. De que aquellos que han venido diciendo históricamente que la Argentina está afuera del mundo, deberían revisar si los que se quedaron afuera no son ellos. Salud.
El Aquarius
La base aérea de Vandenberg no tiene “tradición” para los argentinos. El ex Cabo Cañaveral, ahora Centro Espacial John F. Kennedy, sí. Pero para poder situarse en contexto, Vandenberg funciona como el Cabo Cañaveral del Oeste. Ubicada a unos 250 kilómetros al norte de Los Angeles, es una zona montañosa pero poco habitada.
Está previsto que el cohete Delta II, que hasta acá ya llevó 57 misiones espaciales, salga hoy a las 11 horas 20 minutos y 13 segundos hora argentina. Después de 56 minutos y 42 segundos, el satélite se desprenderá del cohete y comenzará su travesía en soledad. El momento crítico es cuando despliegue sus paneles solares, que son los que proveerán la energía que necesita para poder funcionar. Los ocho instrumentos que lleva a bordo se irán encendiendo de a uno, y por supuesto hay planes B previstos para cada uno en el caso de que algo falle.
Los primeros datos que se espera recibir serán en una base terrena ubicada en Kenia y que serán inmediatamente enviados por la Agenzia Spaciale Italiana para ser analizados en Córdoba. La vida útil esperada del satélite es de por lo menos cinco años.
El cohete Delta que transporta al SAC-D tiene unos 40 metros de altura. El satélite argentino estará adosado a la punta y pesa unos 1400 kilos (más del doble de lo que pesaba el SAC-C), y sus medidas son de siete metros de alto por unos tres metros de ancho. En el momento de alcanzar su velocidad de crucero estará viajando a 27.000 (veintisiete mil) kilómetros por hora. Circundará la Tierra a unos 650 de altura, más o menos la distancia entre Buenos Aires y Córdoba. Va a dar la vuelta a la Tierra 14 veces por día (cada 90 minutos aproximadamente). Sin embargo, debido a la órbita que sigue y el movimiento de la Tierra, pasará por encima del mismo lugar recién a los siete días.
El costo es de unos 320 millones de dólares. Estados Unidos aportó 260 millones. La Argentina el resto.
(1) Densidad de la salinidad en los océanos, mejorar los modelos matemáticos para predecir el clima, relevamiento de las irregularidades que puedan estar cometiéndose en las zonas pesqueras, estudios sobre la humedad de los suelos, detección y mapeo de las migraciones que producen ciertas especies animales, estudio de la aparición y esparcimiento de enfermedades en conexión con los cambios climáticos, monitoreo de la actividad volcánica, predicción de sequías, de incendios, de inundaciones, por poner algunos ejemplos.
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