Hace unos meses comenzó en el portal de Educ.ar una historieta por entregas sobre los últimos 100 años de la Argentina.
El trabajo, que bien podría remitirnos a Maus, aquella genial obra de Art Spiegelman sobre el nazismo, fue diseñado principalmente para trabajar en las aulas y reúne con altura a cuatro experiencias distintas: Martiniano, su guionista, es de tradición peronista; Ezequiel, su dibujante, militaba en el trotskismo; Javier Trímboli, uno de los asesores históricos, se formó en la Federación Comunista y hoy simpatiza con el kirchnerismo; Julia Rosemberg, también del campo de la Historia, trabaja para distintos lugares del Estado.
De esta junta nació Valencia, la historia de un inmigrante y su familia, desde 1910 al 2010, contada con sinceridad y contradicciones. Lo que sigue es una charla con dos de sus responsables.
¿Cuál es la génesis de Valencia?
Martiniano Cardoso (guionista): Yo venía con Ezequiel con la idea de hacer algo histórico. Justo estaba de vacaciones en España y me encuentro con una amiga, Laura Marés, que es gerenta de Educ.ar. En ese momento, sin tener muy claro todavía lo que quería, le dije que tenía una historia, la de una familia a través de los doscientos años de la Argentina. Y le dije que lo tenía a Javier Trímboli, pero él no lo sabía. Laura me dijo que le interesaba, que estaba bueno para los chicos, así que llegué a Buenos Aires y le dije a Javier que lo había comprometido con un trabajo. Lo llamé a Ezequiel y nos juntamos los tres. Decidimos que iban a ser cien años, porque doscientos era un número enorme y ya el Siglo XIX tiene un montón de ribetes que hacen más compleja una historia. En ese momento se sumó Julia al equipo. Fuimos a Educ.ar y dos gerentas de ahí, Patricia Pomiés y Mayra Botta, nos abrieron la puerta de una manera fantástica.
¿Con qué línea decidieron trabajar? ¿Tomaron como modelo alguna historieta educativa?
Martiniano: Los modelos que habíamos visto con Ezequiel sobre historieta educativa digamos que eran muy lavados. Nosotros, los cuatro, dijimos: queremos hacer algo totalmente diferente, queremos que tenga ideología, que tenga fuerza, contar desde algún lado a la clase obrera, desde otro lado a las clases medias, que no sea neutral. Javier decía en las reuniones una cosa muy piola: hay que hacer foco en los hechos, tratar de sacar a la superficie cosas que no estén tan claras. Y para serte sincero, nosotros pensamos que Educ.ar nos iba a poner alguna traba… Y nada. No nos bajaron ni una línea.
Ezequiel Rosingana (dibujante): Es que una visión objetiva tampoco existe. Estamos haciendo un laburo que tiene calidad gráfica y literaria y, a la vez, tiene una lectura política. Para nosotros es importante que los chicos empiecen a pensar la historia de otra manera. Hay hechos que nunca hubiéramos pensado que formarían parte de un material de estudio de acceso a los chicos.
¿Relacionan directamente este momento histórico con la posibilidad de publicar una historieta de estas características o creen que en otro momento también se podría haber hecho?
Martiniano: Hay un antecedente importante en los 70, la versión de El Eternauta de (Alberto) Breccia y Oesterheld… Hay una tradición política. Pero es verdad que el tiempo histórico que estamos viviendo tiene una relación con que nosotros podamos hacer una historieta así. Indudablemente, Valencia es producto de este tiempo, de este tiempo político.
¿Cómo es el proceso de armado de cada capítulo?
Martiniano: Yo dividí los ocho capítulos temporalmente. Me junto con Javier y con Julia y discutimos cosas que pueden ser interesantes para cada uno. Julia hace un informe y a partir de eso yo decido hacer foco en algunas cosas. En el primer capítulo, por ejemplo, incluimos el incendio al circo de Frank Brown, un payaso que era inglés y que lo disfrutaban las clases populares. Como te decía, la idea es no ser tan abarcativos, hacer foco sobre cosas que no están tan a la luz.
Ezequiel: En ese sentido, para mí lo fundamental es que el personaje central muchas veces no es el protagonista, termina siendo testigo de los hechos y eso le da carnadura, humanidad. Digamos que somos bastante enemigos del héroe en el sentido americano del término, el hombre que todo lo puede. Y Valencia es un tipo que está en el medio, se va encontrando en diferentes etapas de la historia argentina. Es víctima, testigo y protagonista, pero no termina de ser el centro de la historia. Porque la de Valencia es la historia de mucha de las familias nuestras y por eso mucha gente se ha sentido emocionada. Tocamos un tema sensible, que es el origen inmigrante de muchos de nosotros.
¿Qué antecedentes podrían marcar en Valencia?
Ezequiel: Yo creo que en Valencia conviven tranquilamente los personajes más clásicos de Oesterheld, que para mí es la historieta más humana. Creo que es en esa línea que nosotros estamos trabajando. Humildemente, ¿no?
Martiniano: Digamos que nosotros no tenemos mucho que ver con lo nuevo que hay en historieta. En una época el comic argentino tenía una voluntad mucho más masiva, más de narrar, de llegar a todo el mundo. Después de Fierro, del primer Fierro, eso se terminó, desapareció. En los 90 entró mucho comic americano y la nueva generación empezó a mirar demasiado a Europa, a hacer un comic estrictamente autoral que a mí y a Ezequiel no nos gusta. A nosotros nos gusta la historia clásica. Mi formación es el comic estadounidense. Sí me gusta Oesterheld, el viejo comic argentino, Trillo… Lo nuevo a mí no me representa. Porque la voluntad nuestra es que nos lea la mayor cantidad de gente posible. Somos enemigos de las historias de culto, para pocos, de elite. Para mí, lo más rescatable del comic estadounidense es la voluntad de narrar a todo el mundo, que acá se perdió.
Ezequiel: Sí, y agregaría que hay una especie de valoración tardía de la historieta como género. Yo siempre hablo de la antropología de la historieta, como si fuera una pieza de museo que ahora se prestigia porque fue, pasó. Nosotros venimos a rescatarlo, hacemos historieta porque no queremos que muera como medio de expresión. E historieta con ribetes históricos que transcurran acá, yo creo que desde el año 80, 80 y pico, desde la primera época de Fierro que no se hacía. No con el trato estético y todo lo que le estamos poniendo. La mayoría de los dibujantes para poder sobrevivir tenemos que laburar afuera. Este es mi primer trabajo publicado acá en 10 años, gracias a que pudimos hacerlo con el Estado, sino yo tengo que seguir trabajando afuera (y tengo que seguir haciéndolo, obviamente). Pero nos genera un enorme placer poder contar hechos históricos maravillosos de la Argentina, narrar la Semana Trágica, contar el 17 de octubre…
Y con algunas licencias muy divertidas, como la tetona de la que se enamora Rodrigo Valencia en la fuente de Plaza de Mayo…
Ezequiel: (risas) Esa en la parte sexy para los jóvenes, es parte de mi imaginación. Lo que pasa es que desde muy chico que estudio y siempre me dijeron: vos tenés que dibujar minas con buenas tetas. Creo que los chicos me lo van a agradecer.
¿Ya tienen noticias de cómo se está recibiendo la historieta en las escuelas?
Martiniano: El otro día me contaba Patricia Pomiés que en la Cumbre de la Unasur le mostró Valencia a gente de Venezuela, de Brasil, de Chile y que flasheaban por cómo hacía cuajar Historia con conciencia crítica. Sabemos también por las redes sociales y diarios de internet de Catamarca, de Tucumán, que la están usando, que se la está fomentando como herramienta para enseñar Historia.
¿Qué se viene para el tercer capítulo?
Martiniano: El peronismo. En un informe que me trajo Julia encontré algo sobre un concurso de belleza, la reina de la primavera de los trabajadores. Lo organizaba el Partido Laborista para el 1 de mayo. Antes del discurso de Perón elegían a la más linda de las obreritas.
Ezequiel: Lo más interesante es partir de esos hechos concretos mínimos, porque están entrelazados con hechos históricos de los grandes. Pero los mínimos son los que te pintan la época, ahí está lo más interesante, incluso incluimos en este capítulo las vacaciones en Mar del Plata, los hoteles sindicales, para que uno pueda palpar en lo cotidiano dónde cambian las cosas. Porque sino son fechas, si no cambia la realidad, el hecho histórico no te cambia. Que se elija a la reina de los trabajadores habla de quién predominaba en la sociedad. Esos hechos puntuales son el mayor hallazgo que tienen ellos a la hora de pasarme el guión.
En la web, la historieta incluye en algunas partes sonido y movimiento. Parecería por momentos que tiene ganas de ser dibujo animado. ¿Adónde ponen el límite?
Martiniano: Bueno, eso está en desarrollo. Nos gustaría hacer un dibujo animado de Valencia. En la página, Matías Salinas, que es el diseñador, es quien pone los efectos, pero la idea fue de Mayra y Patricia.
Ezequiel: El límite está en los tiempos, creo que funcionaria con muchísimo más.
Ustedes laburaron juntos en otra historieta muy distinta a Valencia, Odio y rencor (que se puede leer en Terra). ¿Cómo fue el pasaje?
Martiniano: Odio y rencor es un laburo más personal, fue el primero que hicimos con Ezequiel y retrata los 90. Yo crecí en esa década, fui adolescente, y la historieta está teñida por una suerte de desesperación; es rabiosa, los 90 son una década maldita. Juan Terranova, un escritor que me gusta mucho, decía una cosa que está buena: que la generación de los 70 tuvo la búsqueda del ideal; la generación intermedia, que es la de la democracia, tiene como un encuentro fallido con el alfonsinismo, y la que llega después, que sería la mía, la de Ezequiel, llegó tarde a la revolución pero demasiado rápido a la fiesta menemista. Esta historieta es mi visión de la fiesta menemista, basada en mis propios recuerdos. Me gusta el desencanto que tiene. Es la narración de la tristeza, de la decadencia de las clases media altas de los 90.
Ezequiel: Odio y rencor tiene una rabia y una violencia contenida que va mucho más allá de lo que expresa. Generó muchísima adhesión. Además, en esta época en que pareciera ser que la corrección política se ha oficializado, Odio y rencor es muy divertida porque es incorrecta. El protagonista dice cosas que, en general, hasta nosotros repudiamos, pero es divertido. Hace comentarios ácidos sobre muchas cosas… Godard, el nuevo cine argentino. Es repulsivo y a mí me agrada, porque me parece interesante meter el dedo. Es una hermosa historieta y es más política de lo que parece.
Con este laburo, ambos pasan a formar parte de un proyecto político, incluso Ezequiel, que venís del trotskismo. ¿Cómo lo viven?
Ezequiel: Con contradicciones, claro. Yo vengo de militar en el MST, apoyé a Solanas… es complejo. Por un lado, a mí me seducía mucho la idea de contar un período histórico de la Argentina, eso vale oro. Por el otro, yo no soy parte del gobierno, al contrario, entonces me produjo varias contradicciones que las tuve que resolver, como profesional. Esta posibilidad no la tuve en los años que milité en la izquierda, por ejemplo. Esto tiene que ver con la época, al contrario de otros gobiernos, este tiene una política hacia la cultura. Y en ese marco podemos estar haciendo una historieta. No sé… metiendo banderas rojas, que yo creo que en otro momento en la educación argentina no hubiera sido posible. ¡En la historieta cantan la Internacional!
Martiniano: Hace no mucho hubo una discusión entre Beatriz Sarlo y Magdalena Ruíz Guiñazú sobre que existían ciertos grupos culturales por la caja que tenía el kirchnerismo. Yo invertiría esa idea. Hay un montón de gente a la que este gobierno le dio la posibilidad de construir un relato. Ezequiel que dice esto: a pesar de no simpatizar con este gobierno, este gobierno me permite hacer Valencia. Yo sí suscribo, soy kirchnerista, peronista, y veo que hay como cierta construcción del contra-relato que me parece súper piola. En este contexto nosotros pensamos Valencia. Yo era un descreído de la política, había vivido los 90. Y a partir de la 125 sentí que había algo en juego que en la Argentina nunca había sido puesto en juego. Ese es el nacimiento del relato para mí. Fue el momento en el que yo, políticamente, me paré en algún lado, por primera vez en mi vida. Entonces, lo que para Sarlo es la caja, para nosotros es el contra-relato. Hay un montón de gente que simpatiza con sus políticas culturales a las cuales el gobierno le dijo: ¿Ustedes creen? Bueno, trabajen desde su lugar. Y lo loco es que Ezequiel tiene otra visión y, no obstante, nosotros armamos nuestro relato que es Valencia.
Veremos qué pasa en los últimos capítulos, porque la historieta termina en el Bicentenario.
Martiniano: Sí (risas), yo también lo quiero ver. Pero tratamos de no quedarnos cómodos en ningún lado, y ese es el gran aporte de Javier. El padre de Rodrigo Valencia, por ejemplo, ve al peronismo como una amenaza, supongo que cuando lleguemos a los 60 van a aparecer las familias de clase media que repudiaban al peronismo cuyos hijos se convierten al peronismo.
Ezequiel: En el fondo no deja de ser una historia de relaciones humanas, ahí esta lo fundamental. Llegamos al punto donde entroncamos con Oesterheld y con Trillo, la mejor tradición de la historieta argentina: que es una historia de relaciones humanas. Eso para nosotros es enriquecedor. Lo fundamental es haber evitado el trazo grueso de los personajes, el papel de Pedro es el papel de gran parte de la izquierda argentina en los años 40, en el fondo no es mala fe, al tipo lo que le pasa es que no comprende al peronismo y se para con la visión eurocentrista. Ve al peronismo como una continuación de Mussolini, Hitler y demás elementos nacionalistas pro-Eje. Si logramos transmitir esas dificultades ahí es donde ganamos, donde gana la historieta y donde gana el que la lee.
¿A qué le dicen ni a palos?
Ezequiel: A los que empapelan sus propiedades con la piel de los laburantes, a los que piensan que todo tiene precio, a los que se venden por monedas. Le digo ni a palos a la mentira, la hipocresía y la estupidez, valores actuales de la decadencia occidental y cristiana.
Martiniano: A contar historias que solo le interesen a 50 tipos.
Valencia: la historia argentina hecha historieta
Se trata de un desarrollo interactivo sobre diferentes momentos históricos –desde el Centenario al Bicentenario argentino– a través de la historia de una familia: los Valencia.
La saga consta de 8 capítulos –de publicación mensual, ya están disponibles dos capítulos– y reúne diferentes materiales y recursos para trabajar en la escuela.
Material elaborado por el portal educ.ar y Conectar Igualdad.
Valencia es impulsada por el portal educ.ar y Conectar Igualdad. Con guión de Martiniano Cardoso y dibujos de Ezequiel Rosingana, la historieta contó con el asesoramiento histórico de Javier Trímboli y Julia Rosemberg, y fue animada por Matías Salinas. Coordinaron el proyecto Cecilia Sagol, Mayra Botta y Mara Mobilia.