Muchas de las fotos de este blog son de Ramiro Sisco con la comunidad Pilagá, en Las Lomitas, provincia de Formosa, Argentina.

viernes, 24 de agosto de 2012

LA EDUCACIÓN PROHÍBIDA









“Muy poco de lo que pasa en esta escuela nos parece importante. Nos enseñan a estar lejos unos de otros y a competir. Padres y maestros no nos escuchan. Por todo esto, decimos basta. La educación está prohibida”, dice el texto que escribieron los estudiantes de una escuela secundaria cuando el maestro les pidió que hicieran un balance para leer en el acto de fin de año.

Cuando la directora leyó el texto, se armó un escándalo. “Ésto es muy ofensivo, es una falta de respeto”, dijo y les ordenó que modificaran el escrito. “Me olvidaba que, acá, decir lo que uno piensa y siente es una falta de respeto”, contestó uno de los estudiantes.

Ésta es una de las primeras escenas de La educación prohibida, un largometraje que se estrenó la semana pasada en el Paseo La Plaza. El objetivo principal de la película es repensar la escuela. “Siempre me llamó la atención la cantidad de incongruencias entre lo que la escuela decía que buscaba y lo que terminaba haciendo. En la escuela se promueven ciertos valores desde el discurso que en la práctica no suceden”, dice Germán Doin Campos, director general de la película. Es argentino, tiene 24 años y es realizador audiovisual. Desde 2009 se dedica a investigar modelos pedagógicos que han dado lugar a experiencias educativas diferentes.

En un principio, la idea era hacer un cortometraje. Pero el proyecto creció: casi cien entrevistas a educadores, académicos, profesionales, madres y padres. Un recorrido por ocho países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no tradicionales. Más de 40 mil seguidores en las redes sociales antes del estreno oficial.

La educación prohibida es la primera película estrenada en español íntegramente financiada a través del crowfunding, cuya traducción sería “financiación colectiva”: muchas personas que se juntan cooperativamente para conseguir recursos a través de la red para financiar una iniciativa. Después de colgar un avance de la película en Youtube, se contactaron un total de 704 personas que se convirtieron en coproductores de la financiación colectiva.

La película se publicó bajo licencia copyleft para lograr la mayor difusión posible. Si bien se trata de un proyecto independiente que no entra en el circuito comercial de salas de cine, su modelo de proyección permitió que su estreno fuera en simultáneo en 151 salas en 119 ciudades de 13 países en donde fue vista por más de 18.000 espectadores. Éste es otro de los objetivos de la película: promover la cultura de la colaboración contraproniéndola a la cultura de la competencia.

La escuela es un modelo organizativo institucional creado hace más de 200 años en tiempos de la modernidad. Las burguesías necesitaban generar mano de obra capacitada en plena Revolución Industrial. Desde entonces no mucho ha cambiado. La escuela parece haberse naturalizado como si fuera la única forma posible de la educación.

“Desde su origen, la institución escolar estuvo caracterizada por estructuras y prácticas que hoy son obsoletas y anacrónicas. La escuela tradicional no acompaña las necesidades del siglo XXI. Ya no estamos en la modernidad –remarca Doin Camposy desde el punto de vista social y educativo, la investigación demostró que las otras experiencias no hegemónicas atenúan el ausentismo escolar, el aburrimiento y la violencia. Se refuerzan valores como la cooperación y el sentimiento de comunidad y participación”.

Estar en el aula no implica necesariamente aprender. Al preguntarse por qué hay una gran cantidad de jóvenes que salen de la escuela sin saber muy bien qué hacer, Germán Doin Campos considera que una de las razones es la falta de libertad en el proceso de aprendizaje: “La escuela nos lanza al mundo y recién ahí nos anoticiamos que tenemos que elegir un montón de cosas y tenemos que tomar decisiones y no sabemos cómo hacerlo. En la escuela tradicional no se aprende a elegir. La libertad debería ser un valor fundamental en el proceso de aprendizaje”.

¿Educación o adiestramiento?

“El estudiante cree que lo que tiene que hacer es repetir, repetir, repetir hasta que eso (el contenido) se le meta en la cabeza”
, dice Carlos Calvo Muñoz, educador e investigador chileno en La educación prohibida.

Paulo Freire
en su libro Pedagogía del oprimido refiere, bajo el nombre de “educación bancaria”, ese “repetir, repetir, repetir” que señala Muñoz, ubicando al estudiante como sujeto pasivo que memoriza y repite contenidos que le provee el educador, poseedor de verdades únicas. Mientras que la “educación bancaria”, continúa Freire, es asistencialista, inhibe el acto creador y es antidialógica, la “educación problematizadora” es crítica, concibe al mundo como escenario de conocimiento, considera la historicidad de los hombres y promueve la transformación social.

“En el inconsciente colectivo encontramos que el placer no puede relacionarse con el aprendizaje o que las capacidades de un estudiante pueden ser medidas con una calificación numérica en un examen”, dicen desde La educación prohibida. Son ideas que están latentes en la crianza y en el paradigma educativo.

Doin Campos concluye: “Estamos convencidos de que buscamos la felicidad, pero actuamos solamente para sobrevivir, movilizados por el miedo”. Se trata de una película sobre la educación centrada en el amor, el respeto, la libertad y el aprendizaje.





LA PELÍCULA COMPLETA...




viernes, 17 de agosto de 2012

SAN MARTÍN EN ACCIÓN



Recordemos con orgullo al general Jose Francisco de San Martín, padre de la patria, libertador de América, patriota y político revolucionario que marcó a fuego la memoría histórica de la Patria Grande. 162 años después de su fallecimiento, San martín es inmortal para todos nosotros.













sábado, 11 de agosto de 2012

REVOLUCIONES DESDE ABAJO








“Existe una alternativa al capital”, dice Isabel Rauber, autora del libro Revoluciones desde abajo. Pero no se trata de una cuestión de fe sino, como muestra en esta charla, una manera de rastrear las reacciones de los pueblos ante la realidad.



Acaba de publicar un libro que se llama Revoluciones desde abajo y, bajo el subtítulo “gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica”, hace foco en los desafíos culturales de la región. Mientras prepara su nueva ponencia en un nuevo congreso europeo que, como los de todo el mundo, la tiene como presencia inevitable a la hora de hablar de América latina, Isabel Rauber se hace un tiempo para un cortado en el bar de la esquina del Congreso. Y con el cortado, la charla.

–¿Qué cambios culturales deben hacerse para llevar adelante la pelea con el postcapitalismo?

–Yo siempre hablo desde el pie de América latina, que es donde vivo y desde donde dialogo con los movimientos sociales. Desde allí busco el porqué de la gran derrota de los ’70 y los ’80 en la región y la desaparición del sistema socialista mundial como el fin de las alternativas. En ese tiempo del eterno capitalismo, emergen en el continente nuevos movimientos sociales fuertes: Chiapas, que es el que más llama la atención por su cuestión mediática; el Movimiento Sin Tierra, de Brasil; el movimiento indígena de Bolivia, que era muy fuerte aunque desconocido por cierta prensa de izquierda.

–Movimientos con distintos puntos de vista: la creación de otro poder o la toma del poder…

–Es que la toma del poder no tiene nada que ver con los movimientos sociales porque, precisamente, ahí viene el origen de un cambio cultural en el que apenas estamos en los gérmenes. Es un proceso que deberá llevar varias generaciones. No plantearse la toma del poder como el eje del quehacer implica el debate.

–¿Por qué?

–Porque si no, quedamos entrampados en la lógica del capital. Capital, no capitalismo. István Mészáros dice que el capital es un proceso que antecedió al capitalismo y que lo puede trascender porque tiene elementos de funcionamientos que son claves. O sea, miremos al mercado y no a la forma capitalismo. Si se mantiene la lógica jerárquica, discriminatoria, subordinatoria y excluyente, estamos manteniendo vivas las cadenas de la lógica del capital. Por eso, ubica a las experiencias socialistas del siglo XX dentro de la lógica del capital. Es una forma que tiene una racionalidad profunda: todas las experiencias mantuvieron la lógica del capital pensando que bastaba quitar al dueño, al capitalista, y apropiarse de las estructuras del Estado para mantener las cadenas subordinatorias. Lo que se pone en cuestión en esa reflexión es que nosotros no queremos seguir marginados. En la Argentina, esto se vio claramente con los piqueteros, la emergencia de sujetos que luchan esencialmente por la vida y que en proceso de maduración comienzan a plantearse caminos alternativos y diversos. Pero cuando uno busca las lógicas siempre se queda en los más desarrollados y plantean que tiene que haber una recomposición raizal para transformar toda esta lógica. Aquí se marca un gran aporte de nuevos actores sociales que generalmente no se tiene en cuenta: están construyendo una epistemología diferente. No solamente hicieron el presente con sus luchas y reticencias sino que, contenidos en ellas, están abriendo cauces a una nueva cultura, a una nueva concepción del mundo.

–¿Son comunes esos cauces a pesar de ser distintos los movimientos, hubo un aprendizaje al respecto?

–Mucho antes de Chiapas, empecé el estudio con movimientos de pobladores barriales y llegan a esa madurez. Ahora, nosotros tenemos un problema y yo veo que sí hay un aprendizaje que fue clave. No importa si luego, por alguna causa, el sujeto no lo logra mantener. Porque es lo normal ya que son lógicas minoritarias, incomprendidas por la cultura predominante en los sectores de izquierda que paradójicamente son o han sido los primeros en atacar a los movimientos sociales porque no se subordinaban a los partidos políticos o cuestionaban sus paradigmas. Hablar de paradigmas hoy, después de que lo hicieron los gobiernos de Venezuela, Argentina, Bolivia o Brasil, parece algo fácil, pero al decirlo antes te decían que estabas loca. Es lo mismo que hablar ahora del poder desde abajo después de que Chávez dijera que ese poder revolucionario se construía popularmente, en las bases. Lo sé por experiencia propia. Te cercenaban al mejor estilo de McCarthy y te excluían del pensamiento. Todavía hoy ocurre eso en algunas partes, porque se malinterpretó el reconocimiento del tema de los movimientos sociales como actores sociales con capacidad de acciones políticas, como un rechazo a los partidos políticos. Y no tiene nada qué ver. Lo que sí está puesto en cuestión es que la forma partido tradicional, léase marxista–leninista o partido de vanguardia con cualquier identidad que tenga, que se arroga para sí mismo la representación de todo el mundo, sin consensuar, sin formar pensamiento colectivo ni nutrirse del saber colectivo, no tiene posibilidad de futuro.

–¿A qué atribuye ese fracaso, a que fueron derrotados o a que no supieron empezar la pelea?

–La derrota y la victoria en ninguno de los casos da la razón. América latina quedó un poco a la intemperie en la época de la derrota del socialismo. Los partidos se replegaron a la autocrítica. Yo sé que a los compañeros de esos partidos les duele cuando lo digo, pero deberían decirlo ellos: se la pasaban todo el tiempo criticándose mientras la gente estaba muriéndose de hambre. Mientras ellos estaban buscando la salida, la gente se dio cuenta sola que la salida estaba por la vida. Y fue esa lucha por la vida la que llevó a un cuerpo de movimientos sociales a poder ir procesando y madurando su modo de ver el mundo. La consolidación de los movimientos sociales como sujetos sociales y políticos cuesta mucho cuando se hace en soledad. La clase obrera tampoco puede resolver el problema. No nos engañemos. No estamos viviendo el capitalismo de los ’70, esto cambió. La organización de la producción modificó la organización del trabajo e influyó claramente en la conciencia de los trabajadores. En primer lugar, fomenta el individualismo en la clase. Aparte, en América latina eso es insostenible porque hay un mundo, para ponerle una lógica zapatista de los varios mundos, que coexiste en esa realidad. Aquí hay un mundo preexistente a la llegada de la cultura europea que es la de los pueblos originarios. Entonces, cómo pensar en un sujeto que no contempla a los pueblos originarios. El marxista peruano José Carlos Mariátegui peleó por todos nosotros pero no fue escuchado. Tenemos que repensar el sujeto de hoy porque los pueblos originarios se desarrollaron. No están como a principios del siglo XX.

–La cosa es que los textos de Mariátegui estaban prohibido hasta por los mismos partidos marxistas de Latinoamérica...

–Es que todos eran obedientes a los dictados del PC de la Unión Soviética. Se tenía esa lógica de pensamiento verticalista y único de izquierda que es necesario abrir y debatir y que seguirá latente en tanto y en cuanto no se quiera reconocer. Yo creo profundamente que la verdad es revolucionaria. ¿Qué vemos?: La pluralidad del sujeto, la amplitud. Claro, el problema es que no es un diálogo sencillo. Hay que ponernos de acuerdo: más allá de que caben en este mundo todos los mundos, las contradicciones son parte del camino. Vamos a tener que polemizar bastante durante cincuenta años y aguantarnos lo que unos pueden interpretar como desplantes pero que es llamado derecho. La cuestión es que seamos capaces de dialogar entre todos. No queremos superar al capitalismo para dar vuelta la moneda sino concebir una civilización diferente, construir una humanidad diferente, donde sea posible una dimensión de interculturalidad, el reconocimiento a la existencia de los otros. Mi lógica es ésta, pero hay otras lógicas que existen y no me puedo imponer a ellas. Por eso, estudio el proceso boliviano, porque está lleno de contradicciones como la de los propios autores indígenas, que es lo normal, porque son pueblos con identidades diversas.

–¿Se corre el riego de, bajo el paraguas del indigenismo, agrupar mundos que no tengan nada que ver entre sí?

–Los indígenas son diversos. Cuando hay una lectura desde afuera se piensa en categorías como “indios” o “negros” que no existe. En África hay historias diferentes; aquí se impuso en concepto de cultura de la colonia: “Son todos iguales y casi no personas”. Es un prejuicio que late para el diálogo, sobre todo, para entender. Bolivia, para mí, es el gran laboratorio de las revoluciones y las transformaciones de América latina hoy. No tanto por la composición indígena sino por lo que a partir de esa realidad produce. ¿Y qué produce esa inclusión como actores plenos en el debate del quehacer en el estado nacional? La creación de un estado plurinacional. Y América latina es plurinacional toda. Estamos aprendiendo todos. Esto de Bolivia es algo que el Che había visto aunque no desde la perspectiva pluricultural.

–Una discusión que no pertenecía a su época…

–Es cierto, la discusión no estaba instalada y no se la podemos achacar como déficit a los ’70. Esos años tuvieron los errores que tuvieron pero también sus grandes virtudes. Entre ellas, las de de toda esa generación que decidió con la juventud, como la generación de ahora, con los elementos que tenían, hacerle frente a su realidad. Una profunda dignidad, entrega y el atrevimiento de poner el cuerpo a las palabras. En eso tenemos al Che en primer lugar. Y sigue estando vigente. El Che se resignifica con estas miradas nuevas pero rescatando el mensaje y su figura. Bolivia en eso es profundamente guevarista. Ellos piensan una cosa y la ejecutan. Con mucho más acierto que errores. Lo plurinacional es el camino de salida la nueva civilización. Son unos híper adelantados, y por eso también tiene tantas dificultades. Van haciendo sobre la marcha. Marx decía, hacía y pensaba que desde la realidad se discutía. Discutía sobre la propuesta, no sobre la persona ni la filosofía en abstracto. Aquí, Perón decía que la única verdad es la realidad. Entonces, discutamos la realidad que, al ser tan amplia, lleva el dinamismo a la teoría. Estamos urgidos de tomar conciencia de que hay también nuevas epistemologías, construidas por los autores sociales que, lamentablemente, en el ámbito de la izquierda, piensa sobre sí mismo. Eso nos lleva al pantano de cambiar las viejas palabras pero no las prácticas. Es más importante cambiar las prácticas, que ya las palabras irán saliendo. Y en eso tienen ventaja los movimientos sociales a quienes respeto profundamente. Tiran la piedra lejos, llegan a ella y después se dan cuenta que algo se le quedó atrás y tienen que retroceder. Lucharon por lo horizontal y después les cuesta porque no hay de dónde aprender. La imitación es la base de la educación. Imitás lo que hay en tu tiempo, y lo que hay es verticalismo, rosca. Y eso, en un porcentaje menor, tiene reproducción en los movimientos. Lamentablemente, desde alguna izquierda se usa este elemento como chicana sobre los movimientos. En vez de darse cuenta que no es una cosa de causa y efecto. Pero que ellos tienen que ver con que se reproduzca esa lógica al negarse al diálogo. Necesitamos que la izquierda, si quiere hacerlo, haga el Concilio Vaticano II. Que vean que los pueblos están afuera de los partidos. No hay lenguaje, no hay código entre lo viejo y lo nuevo. Un elemento muy fuerte, de preeminencia de la vieja cultura aparece cuando se impone la mal llamada vía electoral. ¿Para qué? ¿Para las elecciones? Absolutamente ridículo. No se toma el poder por las elecciones. Se puede emprender un proceso de cambios muy largo. Hay que tener la paciencia y ver lo que podemos ir haciendo. Cómo utilizar las herramientas de los gobiernos para fortalecer la construcción del sujeto, de la conciencia que es la base de la organización, en cambiar el sistema productivo. Todo eso está en debate en Bolivia. La lucha contra la pobreza comienza en el sentido que se articula de raíz con la lucha de la alfabetización. Y no solamente alfabetizar en español sino también en aymara y quechua como elementos fundamentales en las instituciones públicas. Hay una triple alfabetización comprendida. Pero también están las ayudas del Estado para la incorporación de los sectores que antes eran marginados; implica la apertura de redes económicas para que se integren a una lógica de circulación, distribución de productos y exista un reciclaje. Hay que hacer de cada persona un actor económico además de un actor social. Economía es sociedad. Si tenés una economía excluyente tenés excluidos.

–¿Esto ocurre en toda la región?

–Es una región que tiene las mismas herejías. Claro que una presidenta mujer ya no es una herejía, pero lo fue. En Paraguay, había un obispo, lamentablemente sacado por un golpe. Brasil tuvo un obrero. ¿Quién puede decir algo hoy de ese operario sindical? Pero le costó mucho superar ese estigma para el paradigma dominante de que un obrero es bruto. Lo mismo ocurre con un militar como Chávez. Antes de su arribo al poder era impensable un milico socialista, ganador por elecciones populares. Evo, un indígena, presidente de Bolivia. Pepe Mujica, once años y medio preso por militante revolucionario, presidente del Uruguay. En el Frente Amplio supieron tener la paciencia y hacer de su plataforma programática parte del sentido común de la ciudadanía. Por eso Uruguay es tan lindo en ese sentido. Aprendamos todo de eso. Tenemos que ir despacito para consolidar los pasitos que demos. Es hora de que la izquierda se dé cuenta de eso. Algo está pasando acá. El Foro de San Pablo debería borrarse y apuntar los partidos a la construcción de un frente político–social en América latina. Terminar con la fractura de los actores, reconocerlos, puede ocasionar crisis en los procesos. Cuando los partidos coinciden por las hendijas de la historia y suben creen que pueden prescindir de los actores sociales. Y, cuando están en crisis vuelven a apelar a los actores sociales. Por eso, me golpeó un poquito la última resolución del último Foro de San Pablo. Lo vi muy de autobombo. Porque los procesos de América latina, los que rompen los esquemas, son procesos que se abrieron con la lucha de los movimientos sociales, que en cierta medida son protagonistas y responsables del presente. Este parto fue múltiple y tuvo varias parteras. Por eso, “sí” a la izquierda en el sentido amplio y “no” a la izquierda en el sentido estrictamente partidario.




jueves, 2 de agosto de 2012

“EN TECNÓPOLIS LA GENTE ESTÁ CONTENTA”






La historia empezó hace algunos meses. Verónica Fiorito, directora de Paka Paka, la señal infantil del Ministerio de Educación, nos traza su genealogía en medio de las voces de los chicos y el viento que surca la feria.

“Arrancamos con el proyecto el 1º de junio”, recuerda. “La idea surge porque al reabrir Tecnópolis, el Ministerio tiene que armar su stand y lo que queríamos era poder trabajar ahí el concepto de “patria” pero dividido en edades. Entonces se armó, por un lado, el multiespacio “Patria” donde está Conectar Igualdad y se trabaja con el nivel medio. Y por el otro, esto, algo para los más chicos, que era un lugar que a Tecnópolis le faltaba”.

“Esto” es La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia, el nombre completo de este parque temático de 10 mil metros cuadrados (el espacio más grande de todo Tecnópolis) que le permite a los más chicos realizar un recorrido imaginario por los albores de la patria en versión animada. Su “prócer” no es otro que el enorme José Zamba, protagonista principal de la serie “La asombrosa excursión de Zamba”, uno de los greatest hits de la pantalla de Pakapaka. Nacido en Clorinda, provincia de Formosa, Zamba es un inquieto y curioso alumno que le da una vuelta de rosca más a las típicas excursiones del colegio y, chipá en mano, viaja por el tiempo para recorrer distintos acontecimientos clave de la historia argentina. Acompañado ya sea de su amiga Niña o de los propios Belgrano o San Martín, y con la sombra terrible del malvado Capitán Realista asomando en el cielo, las asombrosas excursiones suelen llevar a Zamba a lugares y momentos tan disímiles y fundamentales como la Revolución de Mayo, el Congreso de Tucumán o las Islas Malvinas. Momentos disímiles y fundamentales pero también clásicos que Zamba, sin embargo, logra recuperar con frescura y que el parque intenta reproducir en la magnánima escala de Tecnópolis.


San Martín te espera

Como todo parque temático que se precie de tal, La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia tiene un plano. El recorrido comienza con un gran tobogán inflable que hace las veces de máquina del tiempo y que deposita a los chicos frente a la primera posta de la excursión: la Revolución de Mayo de 1810. “La pregunta que nos hacíamos era cómo hacer del espacio un lugar animado”, confiesa Fiorito. “Si bien Zamba tiene un montón de características y como trasfondo está la historia argentina, el parque no podía no ser animado. No podía pasar que vos entres acá y hubiera, por decir algo, un Cabildo “real”. No podría haber estado porque en Zamba no existe el Cabildo real, existe el Cabildo propio, un Cabildo que es una máquina del tiempo. Entonces desde ahí, con el trabajo de arte muy bueno que hizo toda la gente de la productora El Perro en la Luna y Carina Luján, que es la realizadora, empezamos a pensar qué materiales servían para tener todo en tan poco tiempo y que sea fiel al dibujito”.

Creatividad y Estado parecía ser la consigna: en sólo cinco semanas, esas hectáreas que hasta entonces eran un baldío, se transformaron, a fuerza de trabajo creativo pero también de gestión y urgencias, en una reproducción exacta de la Argentina versión Zamba. Inclusive la inmensa reproducción de Belgrano que corona el laberinto circular de la segunda etapa del recorrido -y que conmemora la creación de la Bandera en 1812- es un Belgrano a lo Zamba: fino, caballeroso y animado. “Los pibes reconocen a los personajes y a la historia a través de Zamba”, apunta Fiorito.

“El otro día le preguntaban a una nena de tres años ‘¿Vos sabés quién es San Martín?’ ‘Sí, el amigo de Zamba’, respondió. Una nena de tres años conocía a San Martín por Zamba. Esas son las cosas geniales que pasan acá”.


Esto es historia


Al igual que la serie animada y otras propuestas de Paka Paka, el parque de Zamba en Tecnópolis también se acompaña de materiales pedagógicos especiales para que los docentes trabajen en el aula. “La idea es que el docente venga sabiendo de antemano lo que va a ver en el parque”, explica Fiorito.

“Cuando se traen escuelas a Tecnópolis, lo más difícil es decidir cuál es el recorrido, porque tienen un día y no les alcanza para visitar ni un cuarto. Entonces la idea es que el docente trabaje antes con los chicos y vengan y quizás hagan solamente el recorrido visual.

Nosotros calculamos por lo menos una hora y media de recorrido sólo de Zamba”, señala.
El trayecto, una vez que se completa el laberinto de la Bandera, continúa con una calesita que evoca la Batalla de San Lorenzo, una serie de camas elásticas colocadas dentro de una representación zambista de la Casa de Tucumán y un mucho menos tortuoso Cruce de los Andes, realizado en base a una pasarela rodeada por dos elevaciones que será escenario de una actividad especial el próximo 17 de agosto. A la salida de cada hito, uno de los 30 coordinadores que cubren su turno en el parque le entrega a cada chico un sticker alegórico. La cantidad de adhesivos que muestran orgullosos como si fueran medallas, revela que algunos crearon la bandera o celebraron el bautismo de fuego de los Granaderos a caballo más de una vez. “En dos semanas ya pasaron 200.000 chicos”, apunta Fiorito. “De acá a noviembre calculamos que van a pasar un millón de personas”.


El futuro del pasado

Después de cabalgar por Yapeyú, sufrir los engaños del Capitán Realista o sentarse en el microcine del Cabildo a ver fragmentos de la serie, es decir, después de sumergirse en la “Historia de la Independencia según Zamba” a través de los dibujos, los juegos y las canciones originales que suenan a cargo de artistas como León Gieco, Los Auténticos Decadentes, Teresa Parodi o Horacio Fontova, la asombrosa excursión culmina en la Plaza de la Libertad, un espacio donde los chicos tienen la posibilidad de sacarse fotos con caricaturas de distintos personajes políticos del siglo XIX y XX, a modo de memorial. Rosas, Sarmiento, Yrigoyen, Bolívar, Perón, Artigas, Kirchner, Alfonsín y Evita, son algunos de los homenajeados, dispuestos en el lugar junto a personajes de la serie como Niña, la Señorita Silvia o el Niño que lo Sabe Todo.

Todo es historia y todos son personajes vivos en la historia argentina de Zamba. Y ese momento, con los chicos cargados de stickers, con petisos colgados de la caricatura de Alfonsín, haciendo cola para ser los próximos en sacarse una foto con el prócer, parece el sueño imposible de un educador abnegado.

“Los chicos vienen y piden cosas. ¿Dónde está Sarmiento?, te preguntan. O los escuchás diciéndole a la madre: ‘Mirá, mamá, ese es Cornelio Saavedra’” El otro día una madre nos escribió un mail diciendo que su hijo Fidel cumplía años el 24 y quería festejarlo haciendo “La asombrosa excursión de Zamba en el cumpleaños de Fidel” y que fueran de invitados San Martín, Belgrano y Niña. Los pibes se apropiaron de los próceres”, dice Fiorito y agrega algo que te repiten todos los que laburan en esa inmensidad imposible de la feria: “Tecnópolis tiene una impronta genial y que hace que la gente sepa que vos podés ir, no te va a dejar afuera, que es gratuito. Todo eso hace que llegue gente que de otra manera no llegaría. Padres que por ahí no salen con sus hijos porque no saben adónde llevarlos o no tienen lugares donde pasar el día y los traen acá. Y eso es otra cosa que tiene Tecnópolis: la gente está contenta. Más allá de todo lo que pensamos, de lo que se pudo hacer o de lo que planificamos, vos estás acá y te das cuenta que la gente está contenta”.

Es probable que ni con la ayuda de Zamba se pueda saber exactamente, hoy, qué lugar de la historia le espera a un acontecimiento como éste. Se puede aventurar, sí, porque para eso estamos. El azar y la distribución del terreno, por lo demás, quiso que La asombrosa excursión de Zamba en la época de la independencia quedara al lado de la espectacular muestra de los dinosaurios. Uno sale del nacimiento de una nación y se queda un rato ahí, hipnotizado, contemplando los movimientos de esos animales extinguidos. La historia es también la arquelogía de lo que queda atrás y lo que se va a levantar mañana sobre lo que hoy es tierra baldía.

Tecnópolis volvió y hasta noviembre hay tiempo de sobra para recorrerlo.












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